Los
primeros encuentros con mi maestro de Tantra siempre agradeceré su voz con
tanta paz y paciencia, mencionaba como la práctica del Tantra busca sacralizar
la materia, me resultaba tan lejano esa comprensión, a veces me encontraba
sumergida en una mente discursiva y hasta rumiante sobre el esfuerzo de
insistir en querer comprender desde el intelecto, era más simple de lo que
imaginaba, solo que yo me encontraba con una mente compleja y enredada.
A los pocos meses ya lo estaba experimentando
y luego de un par de años y gracias a escribirlo logro tener cierta compresión,
al menos un poco más que al inicio, de que va esto del Tantra y la expansión de
los sentidos, del estado de presencia, de lo maravilloso de volverse consciente
de vivir de manera serena el sentir y de uno mismo sumergido en las
experiencias de la vida en una presencia con uno mismo de lleno, al cien por
cien y no a medias.
Después de un año estudiando muy de cerca con
mi maestro y practicando Tantra yoga, Tai chi chuan, chi kung, y hasta cuando
fue necesario para mi exceso de energía masculina agresiva, practiqué algunos
ejercicios de wu shu kun fu, tomar masaje, aprender sobre los chakras, en total
entrega a mi maestro. Luego de pasar varias veces por el proceso oruga- mariposa,
de necesitar conocer mi ego, en la oscuridad e ignorancia sobre mi misma donde
me encontraba, luego de aprender a dejar de creer cuando la tengo clara en algo
es cuando mas perdida en el ego estoy, en cambio cuando me entrego a la bondad,
a la guía de dios en mí, al fluir de las experiencias sin desear cambiarlas es
cuando todo empezó a cambiar en mi vida radicalmente.
Fui observando sensaciones y percepciones que
se involucraron más allá de los sentidos. Cada día me descubría a mí misma
diferente, podía leer mis experiencias con otra actitud a la Rosana que yo auto
percibía antes del Tantra y de mi maestro en mi vida, me sentía más receptiva y
sensible, me volvía cada vez más suave y femenina, estaba despertando la mujer
consciente en mí. La shakti estaba despertando.
Este
descubrimiento me otorgaba mucha gratitud, sentirme a gusto conmigo misma, todo
un avance, claro que antes tuve que percibir y aceptar que no me aceptaba tal y
como era, no me sentía a gusto con quien o como era Rosana. Un camino lleno de
rituales para convertirme en ser una mujer libre de condicionamientos crecía
cada día con mucho entusiasmo. Vivir en Brasil beneficio y me guio a un viaje
interno accediendo a una conciencia acerca de que es lo que realmente quería
vivir, ¿cómo, donde y cuando? Quizás era muy pretencioso creer que ya entendía,
de hecho, fueron trampas para mi ego, pero también necesitaba conocer como
operaba mi ego y que mascaras usaba para no permitirme crecer. El comprometerme
con la escritura me llevo a descubrirme. Encontré entre mis escritos, registros
de varias experiencias personales que sin ser consciente fueron los peldaños
que me trajeron a esta conciencia de sacralizar la materia.
La frase
“cuando como, como” y “cuando duermo, duermo” lo escuche por un canal de
YouTube de un programa de radio de buenos aires que escuchaba en aquella etapa,
alentador para nuestro bienestar y aunque reconocí que no resultaría fácil
igual tome el desafió y me esforcé por ponerlo en práctica. Comencé por la
alimentación, elegir conscientemente mis alimentos fue mi primer gran paso,
luego con lo de “cuando duermo, duermo”, para facilitar el descanso real
limpiándome del exceso de información elegí audios de meditaciones guiadas o
música de relajación para usar antes de dormir o alguna lectura reflexiva. Eso
se convirtieron en hábitos que con el tiempo se convertirían en recursos éticos
para batallar la mejor versión de mí con la peor versión de mí.
La
consagración de sacralizar la materia llego cuando me auto percibí disfrutando
de los rituales cotidianos, preparar la comida, disfrutar de la música, del
silencio, de la propia compañía. Recordé a mi maestra de reiki cuando me había enseñado
a dar reiki a los alimentos antes de comer, a los medicamentos, a las plantas,
a los animales, a lugares y hasta los proyectos, así que comencé a hacerlo. Ahora
mi alimentación también es mi medicina y mi mayor habilidad para los momentos más
difíciles es la disciplina, no es solo voluntad, es compromiso y entrega a
desear crecer internamente.
17/05/2013 Buenos Aires
Es un
bello día de sol otoñal en buenos aires, la escritura tiene su lugar de
importancia, me siento feliz y agradecida por ello, receptiva al entorno, acabo
de tomar conciencia que hace varios días estoy sumergida en la escritura y solo
estoy alimentándome con pan, un pan casero que estoy comprando en una linda
panadería de este lugar. Mi desayuno, almuerzo y a veces hasta mi cena ha sido
este pan. Tengo la sensación de no necesitar nada más que escribir y de este
pan. Un recuerdo perdido de mi niñez llego, es mi padrino José cura de la
parroquia del barrio donde viví mi primera infancia. José nos visitaba en casa
o lo encontrábamos en la calle con mi madre y recuerdo como siempre tenía pan
en su bolso, no sé porque sacaba su pan, lo partía y compartía con mama y
conmigo, recuerdo sentirme incomoda por eso, quizás porque a los niños nos
aburre el pan y queremos dulces, no lo sé, quizás era vergüenza, lo único real
es que jamás olvide ese gesto, siento agradecimiento, este pan casero actual
trajo esta memoria. Hago una pausa con mi escritura, tomo un trozo de pan, cierro
los ojos y recuerdo la dulce mirada de mi padrino, gracias padre declaro con
total gratitud y sin incomodidad esta vez, lo revivo de otra manera.
Tengo el pan
en mis manos con los ojos cerrados, siento su textura suave, me envuelve el
aroma, percibo hasta la levadura, el
aroma de la casa se suma desde un fondo respetuoso, el perfume a madera
lustrada del piso y la calidez del hogar me envuelve, siento el sol que ingresa
delicadamente por las grandes ventanas de esta linda casa donde me voy
disolviendo en el disfrute sereno en un encuentro exquisito conmigo misma, este
momento es único, está sucediendo un encuentro que cada día voy a querer volver
más seguido. Sin abrir los ojos sigo sintiendo el noble pan, la casa, el sol,
las grandes ventanas, el piso de madera, siento el aroma de los lápices de
madera en la mesa que sostiene mis hojas, siento el aroma de un libro nuevo
también, abro los ojos sintiéndome emocionada por tal expansión de unos de mis
sentidos y observo el florero en esta mesa con flores rojas, me quede tildada
en estado de gratitud y salí de ese estado declarando; Que la luz del sol
hoy alumbre todo lo que tenga que ser en el día de hoy.
Un año después de esta esta primera experiencia consciente sobre la
expansión de los sentidos, en Brasil, con otra cultura, otro idioma, se vuelve
a repetir otra experiencia semejante. Un grupo de personas con ideas holísticas
nos invitaron junto a Eduardo a un ritual llamado. “Ritual do pao”, ritual del
pan. Seguimos con más experiencia del pan, aunque aquí fue un poco más
profundo.
Éramos catorce personas, doce adultos y dos niños, en una casa grande,
espaciosa, con aroma a madera limpia fusionada con el aroma alimonado que tanto
amo de Brasil, una casa con una gran galería, había una mesa grande de madera
maciza lustrada de un tamaño para más de doce personas. Los anfitriones de la
casa hicieron mención de la intensión del encuentro, luego uno de ellos leyó
unos párrafos de un libro que escribió la persona con quien vivieron por
primera vez ellos la experiencia del ritual del pan, compartieron la felicidad
que sentían de compartirlo ahora con nosotros, nos invitó a pensar en
intensiones y deseos tantos personales como a nivel colectivo y social para
abocar al ritual. Me recuerdo con el deseo latente de siempre por poseer
claridad quizás no de inmediato pero lo antes posible y amor en todo lo que
hago y el mismo deseo pensé para lo colectivo y social, así que mantuve esa
intensión para la realización del pan. Que podamos ver con claridad más tarde o más
temprano la razón o la intención por la que hacemos las cosas que hacemos en
esta vida, ese fue mi deseo personal y colectivo, luz.
Luciana la anfitriona nos sugirió que sería bueno dar
cualquier técnica energética al pan como reiki o cualquier otra, o con tener la
intensión desde el corazón era suficiente. También fui consciente en ese
momento me atropellaron pensamientos de derrota y una fuerte urgencia por
atender necesidades muy personales. Me esforzaba para que mi dialogo interior
no me aislara de lo que estaba ocurriendo. Al oír la siguiente frase me sentí
nuevamente en el absoluto presente.
Recordar que estar consciente de nuestras intenciones al
crear es donde reside el poder transformador.
Esa frase me fue suficiente para entender que lo que
necesito ya está sucediendo, ya está en proceso, solo necesitaba sostener la
intensión y descansar en esa fe del proceso de la vida con los acuerdos de
almas.
El ritual del pan siguió su
curso, continuo la guía del ritual Carolina, una paulista profesora de yoga,
menciono que este pan significo muchas veces su sustento de alimentación y
también como trabajo ya que muchas veces salió a la calle a vender su pan. Me
sentí identificada ya que en ese momento había nacido en mi la intensión de
vender unas tartas dulces en la playa pero sentía mucha vergüenza y eso mismo
trajo a mi memoria el recuerdo de cuando era pequeña que mi madre preparaba
unas tortas para que fuera a vender por la tarde en la puerta de la escuela
donde yo iba, recuerdo la vergüenza que me generaba eso, inmediatamente regale
las palabras de ho'oponopono a este recuerdo y lo abrace con amor, lo solté y
volví al momento presente y a prestar atención a carolina que nos guiaba con
los pasos para realizar del pan. La preparación lo hicimos en un recipiente grande donde se
mezclaron todos los ingredientes secos, cada uno de los participantes
experimentamos sumergir las manos en esos ingredientes, cerrando los ojos y
conectándonos desde el tacto las texturas de los ingredientes, sentí agradecimiento
por ese acto tan simple y sensible. Preparar alimentos o cocinar siempre lo
disfrute, pero de esta manera tan simple, consciente y desde la gratitud era
por primera vez.
Una mujer a mi lado menciono que sentía mucho desagrado por tener que
meter las manos en aquel recipiente con harina y otros ingredientes, la note
muy tensa por tener que hacerlo, juzgue que no era tan grave para sentirse así
y al instante de juzgar, recordé que a mí me desagrada introducir mis manos en
alimentos húmedos, una posible reflexión del mismo surgió en mi interior…
No es en sí los fluidos o los ingredientes secos, no es
el afuera, creo que son nuestras memorias que nos condicionan a vivir nuestras
nuevas experiencias nuevas por un pasado sin amarlo o transformarlo. En ese
instante regale las palabras de ho'oponopono. Lo siento mucho, perdón, te amo,
gracias.
¡Gracias a esta experiencia, mis manos se introdujeron
en los alimentos húmedos, líquidos, secos, todos con total agrado, fusionándome
y expandiendo el sentido del tacto, transcendí mis memorias limitantes! Abrace al
pasado.
El ritual continuo y llego la fase del amasado, cada uno de
los participantes uno a uno se disponía a entrar en contacto con la masa, me
senté a observar a cada uno en silencio y sin juicio, disfrutaba ver como cada
uno se conectaba diferente con el contacto, con el modo de tocar. Cuando llego
mi turno lo primero que surgió en mi fue abrir la masa en forma circular
creando una flor que se cerraba suavemente con mi amasado, percibí las miradas,
se me acelero el corazón, respire profundo y me volví a conectar con el
alimento, deje de amasar cuando mis manos dejaron de moverse, me dispuse a
realizar reiki, de forma natural me predispuse como canal sin preguntarme nada
y sin querer entender nada. Cuando todos terminamos con el amasado, llevamos
los panes armados en placas de aluminio hacia el patio, nos sentamos en el
césped en forma circular y colocamos los panes donde les daba los rayos del sol
del atardecer.
La dueña
de la casa volvió a leer unas palabras del libro del ritual del pan y luego nos
dispusimos todos a meditar. Disfrute mucho meditar, sentirme en el simple
presente de respirar sin pensar ni en mi pasado ni en el futuro, ya ni me
acordaba lo que me apenaba cuando comenzó tal ritual. No duro mucho la
tranquilidad en mi interior, aun no estaba tan fuerte, mi cuerpo comenzó a
molestar con sus necesidades de frio, hambre, cansancio y para frutilla del
postre se hizo presente un fastidio incomprensible.
Cruzamos
mirada con Eduardo, me ofreció para retirarnos antes, acepte a pesar de sentir
incomodidad por retirarnos antes de que terminara el ritual. La dueña de casa
se siento apenada por nuestro retiro y se ofreció a guardarnos nuestra ración
de pan, Eduardo acepto y se comprometió para ir a retirar la ración que nos
correspondía a ambos.
La semana siguiente
me encontraba en el centro histórico de Paraty donde me encontré con Eduardo
para ir a unas posadas que nos recomendaron para ofrecer nuestro servicio de
masajes, era ya el medio día, menciono
que tenía nuestra ración de pan del día del ritual que había pasado a buscar
antes de nuestro encuentro, lance un gritito eufórica como niña por la sorpresa
y alegría, me había olvidado, pedí que me mostrara el pan inmediatamente,
Eduardo no le parecía el momento pero insistí efusivamente y accedió. Lo tenía
en su bolso apenas lo saco, tomé con arrebato de alegría el pan envuelto, lo
abrí e inmediatamente lo olí con los ojos cerrados y una sonrisa colmada de
dulzura me envolvió, recordé el ritual, me sentí agradecida y lo partí como lo
hacía mi padrino cura José, allí en el medio de una de las calles de piedras de
Paraty en su centro histórico. Ese medio día perpetuaba mis memorias sagradas.
Rituales nuevos continuaban sucediendo, esa misma semana conocí a Sandra
una carioca como le dicen a las personas de Rio de janeiro, casada con un
argentino, tenían un bar en la playa y una tienda de ropa en el barrio
jabaquara de paraty. Sandra me animaba a preparar mis tartas dulces, ella me la
compraría para el bar, me anime a tomar el desafió, busque los ingredientes para
lograr una receta italiana adoptada como receta argentina, la humedad del lugar
y la calidad de la harina o falta de algunos ingredientes me desafiaban a
readaptar la receta. Sandra se iba de viaje y prometió que a su regreso me
compraría las tartas, yo me entusiasme como niña y me dispuse practicar antes
para probar, las primeras no me salieron bien, pero la tercera salió bien.
Sandra aún no había regresado de su viaje y las tartas anteriores ya las había
dejado para consumo personal, la tercera tarta me anime a jugar en un lugar
lejos de casa, así que las prepare en porciones, las envolví muy bonitas, las
dispuse en una canasta que me compre, había comenzado muy temprano mi día con
mi ritual esta vez fue con la tarta, cerca del medio día estaba todo listo y me
anime a salir a jugar, me puse un vestido blanco de playa con mariposas azules,
una capelina blanca y me fui a la playa a vender mis tartas.
Un dialogo con mi niña hice al decir internamente que esto es un juego,
nadie nos está pidiendo tener que hacerlo, es distinta esta experiencia, no es
como la memoria de ir a vender tortas a la escuela, para las personas de la
playa es natural ver personas contentas que acercan alimentos para su tiempo de
ocio. El ego se hizo presente también aparecieron las ideas de auto definirme y
etiquetarme como persona de alto valor por los logros de profesora de educación
física, profesora de yoga, bailarina y escritora, como iba a salir a vender
tartas dulces a la playa.
-No soy ninguna de esas etiquetas afirme para batallar con el ego y sus
juegos, repetir las palabras de ho'oponopono, lo siento, perdón, te amo
ayudaron para la calma. Gracias a decirme exorcizarme a mí misma desde un juego
mental que a veces creo voy a volverme loca, pero esas son cosas del ego para
que no seamos naturales, espontáneos y libres para expresarnos. Todo fue un
éxito el juego de caminar por la playa y ofrecer alimentos caseros, cambié la
perspectiva del asunto, pude disfrutar fluir fácil en el disfrute de hablar con
la gente en la playa, eso fue lo más enriquecedor, vendí casi todas mis tartas
a muy buen precio que elegí yo misma, el aprendizaje de independencia
financiera comenzaba también con este simple juego, yo determiné el valor de mi
trabajo.
Así mis rituales se volvieron conscientes y se incrementaron, me
permitían el camino del cambio constante que me brindaba mayor compresión de mí
misma para salirme de la mente discursiva que todo lo juzga y que opina por
todo, sumergirme en lo sensorial, en el presente, lograba vivir más plenamente
una vida más real y no tanto desde los conflictos internos como anteojos para
leer la realidad, además al abrazar las memorias que podían haber sido trágicas
empezaba aumentando la capacidad de resiliencia Así comencé a sacralizar la
materia, en principio con mis rituales y luego manteniendo la conciencia en la
intensión de que todo es sagrado en mi vida.
La realización del pan y cocinar se volvió un juego creativo cada día
más expansivo, donde convivo con memorias que se activan y reflexiones que nacen
como consecuencia de la comprensión que logro por amar. Pasaron casi dos años y decidí
compartir este ritual y conciencia de preparar el alimento a conciencia en mi ciudad natal de Rosario. Pasar
el legado de mis experiencias transcendentales es para mí una forma de
agradecer a la vida por tales milagros.
Gracias infinitas hoy y cada dia de vida....